Las tentaciones

He recorrido las salas casi desiertas del Museo Nacional de Arte Antiguo de Lisboa buscando un solo cuadro, Las tentaciones de san Antonio,de El Bosco. He venido a verlo con treinta y tantos años de retraso. Cuando estaba en la universidad y me gustaba imaginarme una carrera profesional como estudioso de alguna rama a ser posible recóndita de la historia del arte le dediqué mucho tiempo a un proyecto de monografía o de tesina sobre los cuadros de El Bosco, y este tríptico de Lisboa era uno de mis preferidos. Cualquier tema en el que se ahonde un poco se revela inagotable. A mí me gustaba indagar en los significados posibles de esos hormigueros de criaturas, plantas, frutos, objetos, en los que se va perdiendo la mirada, pero también fijarme en la destreza meticulosa con la que estaba ejecutada la pintura, la solvencia con que un artista flamenco extiende diminutas pinceladas de óleo sobre una tabla, con una técnica tan distinta de la de los italianos.

 [...]

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Las tentaciones de San Antonio (detalle). El Bosco.

Las tentaciones de San Antonio (detalle). El Bosco.

19 Comments

  1. Pedro O.
    Enviado el 09/11/2013 a las 11:41 AM | Enlace permanente

    Tiene el anfitrión la esencial cualidad de transmitir pasión por lo que ve, lee o escucha.

    (Gran artículo, como siempre, cita obligada del sábado.)

  2. Enviado el 09/11/2013 a las 12:59 PM | Enlace permanente

    Cuando contemplo las obras de los maestros antiguos y luego veo las de los artistas de hoy en día, me pregunto si no será en verdad que el arte ha sufrido un proceso de empeoramiento. Sé que no es así, que cada época tiene los artistas que mejor expresan el espíritu de los tiempos, por decirlo con una expresión manoseada, pero la sensación de decadencia y de que al arte le queda poco tiempo la tengo.
    En música también me ocurre lo mismo.

  3. Outsider
    Enviado el 09/11/2013 a las 2:15 PM | Enlace permanente

    Innecesario circunloquio el suyo para acabar llegando a donde casi siempre: un irracional ataque al marxismo, esta vez en sus análisis teóricos sobre arte, sea en su “versión rústica”, sea en una versión ” de más altos vuelos”.

    Y uno se pregunta de dónde puede surgir esta obsesión. Y también por qué aquellos que declaran muerto el pensamiento del gran alemán insisten en resucitarlo para intentar darle sepultura una y otra vez… y se acuerda uno de ese otro teutón y de unos de sus versos: “(…) Und seines Bellens lauter Schall / Beweist nur, daß wir reiten”.

  4. albertiyele
    Enviado el 09/11/2013 a las 4:13 PM | Enlace permanente

    “mirando con envidia los nombres de los museos y de las ciudades en las que se encontraban los cuadros.”
    ¿Con envidia? ¿Será con deseo? ¿Será que el deseo y la envidia son la misma cosa? No entendí.

    “Para quien no puede viajar por falta de dinero el nombre de una ciudad tiene la belleza de lo casi imaginado”
    Y para quien no puede viajar por falta de tiempo, o porque ya no le dan los huesos, o porque le tiene terror a los viajes, o porque esa ciudad deseada le queda demasiado a trasmano, o porque necesariamente tiene que elegir. El único obstáculo no es la falta de dinero (y de todos, además, suele ser el más fácil de resolver); ni el dinero es la solución a todos los males. Creo.

    “el surrealismo, ese movimiento en el que abundaron tanto los expertos en autopromoción.”
    Ah si sólo abundaran en el surrealismo! Los expertos en autopromoción abundaron siempre, en todas partes, y en los tiempos que corren, ya tan lejanos del surrealismo, más que nunca. También creo.

  5. albertiyele
    Enviado el 09/11/2013 a las 4:24 PM | Enlace permanente

    Outsider,

    Supongo (y en realidad estoy suponiendo mucho, porque no lo sé) que esa denostación (que tiene, sí, un marcado tono de desprecio) del marxismo es sobre todo algo así como un asombro por haber creído en todo aquello. Una clase de arrepentimiento. Estoy leyendo ahora mismo a Semprún y en su caso se ve con una claridad meridiana. Haberse dejado arrastrar, dice Malaquías en la página de atrás. De cualquier manera yo no veo que haya ninguna obsesión por ese asunto en AMM (que generalmente saca el tema, que yo recuerde, cuando habla de sus años universitarios), y muchísimo menos veo que esos versos de Goethe sean aplicables en este caso: no le ladran, pero sobre todo pareciera que el marxismo cabalga en estos tiempos más bien poco, no?.

  6. MdlMar
    Enviado el 09/11/2013 a las 6:09 PM | Enlace permanente

    ” … que tiene algo de embriaguez visual … ”

    ” [...] —Paréceme señor caballero andante, que vuestra merced ha profesado una de las más estrechas profesiones que hay en la tierra, y tengo para mí que aun la de los frailes cartujos no es tan estrecha. [...] ”
    (Capítulo XIII. ‘Donde se da fin al cuento de la pastora Marcela, con otros sucesos’)

    ” [...] En realidad es poeta. Es un verdadero poeta y un verdadero domador de caballos. A veces ha trabajado un semestre en tal o cual universidad, pero nunca tan lejos que no pudiera mantenerse en contacto con los establos. Acepta invitaciones a recitales, aunque solo accidentalmente, como dice él. No hace hincapié en su faceta poética. (…) Cuando uno cuida caballos, la gente puede ver que está ocupado; en cambio, cuando se compone un poema, uno parece en un estado de ociosidad que hace que se sienta un poco raro o avergonzado de tener que explicarse.
    Otro problema tal vez sea que, aunque Franklin es un hombre reservado, el poema por el que mejor se le conoce es de los que la gente de por aquí –la región donde él se crió– suele tachar de obsceno. (…) Procura no herir las susceptibilidades de personas a las que conoce, aunque sea un gran defensor de la libertad de expresión.
    No es que aquí no hayan cambiado las cosas en cuanto a lo que se puede decir en voz alta o leerse en letra impresa. Los premios ayudan, y aparecer en los periódicos también. [...] ”

    Alice Munro
    “Mi vida querida” (2012)
    ‘Dolly’
    Traducción de Eugenia Vázquez Nacarino
    Lumen, 2013

    ” Mirar, apartar los ojos, cerrarlos para no ver. Taparse la cara y sin embargo mirar por los resquicios entre los dedos. Mirar lo que nadie antes ha visto. Mirar lo que todo el mundo tiene delente de los ojos y finge no estar viendo. Mirar las cosas y las caras comunes y ver en ellas algo que no puede ser real y sin embargo se sabe que es verdadero, aunque tenga el aire de una pesadilla, o precisamente por eso. Mirar lo que se sabe que está prohibido aunque ninguna norma explícita lo indique así. Mirar y no esconder la mirada: confesar que se ha mirado, hacer público lo que se ha visto aunque nadie escuche ni muestre interés. Mirar y desear no haber mirado y no olvidar ya nunca. Abrir los ojos en la oscuridad y distinguir poco a poco formas que se precisan en ella y que parecen sometidas a una rápida metamorfosis. Ver algo y cerrar los ojos apretando los párpados con la esperanza de que lo que se ha visto haya desaparecido cuando vuelvan a abrirse. Mirar deseando. Mirar con los ojos atrapados por el deseo y alimentando su tormento: se mira pero no se toca; se mira pero lo que toca y acaricia la mirada no es la piel sino el aire. Proyectar una luz poderosa contra la oscuridad y hacer que los bultos o monstruos que parecían habitar en ella se disuelvan sin rastro. Mirar de cerca lo que es aceptado como indiscutible y verdadero, hasta sagrado, y descubrir un grosero simulacro. (…)
    No se puede mirar pero no hay más remedio que hacerlo, y no se trata de una obligación estética. Lo que no se puede mirar y hay que mirar es lo que unos hombres oueden hacerles a otros, lo que casi vemos, porque no nos dejan o porque sucede a escondidas o porque preferimos hacer como que no está sucediendo.
    Qué pocas veces han mirado o miran de verdad los artistas, pero no sólo ellos, los literatos, cualquiera de nosotros. Ni el arte ni la literatura han querido o sabido casi nunca contar las cosas como son, pienso melancólicamente esta mañana en el Prado. Miró Fernando de Rojas, miraron el autor del Lazarillo y Cervantes, miró Velázquez, pero sólo ciertas cosas, ciertos rostros escogidos. Miró Bacon al papa Inocencio X y nos dejó un escalofrío. Miró Caravaggio, más que nadie en su tiempo, en muchos siglos. Miró Goya y de él llevamos casi doscientos años aprendiendo, y la lección no se acaba nunca. [...] ”

    AMM
    “El atrevimiento de mirar”
    Galaxia Gutenberg — Círculo de Lectores (2012)

    Aunque a primera vista resulte tan solo llamativo, conseguir apreciar in vivo esas diminutas pinceladas, que al óleo imprimen un carácter inmortal a la técnica artesana de El Bosco, y llegar a transmitirlo de palabra con esa fuerza magistral sólo puede ser producto de un cerebro que sabe mirar, de un corazón que sabe leer y de un caminante que sabe esperar.
    Las Tentaciones, ya en tríptico, ya de Ida y Vuelta, refejan una fe ciega en el Arte que tiene la bendita facultad de resultar gravemente contagiosa.

    ”    L’espai se eleva

    L’espai s’eleva, es desentén
    —torrents de llum, mars— de la terra;
    sols lliura el peu al grat del vent.
    Dels horitzons es desaferra,
    vegetals, minsos, allà baix,
    que encén la tarda de baix.
    Excelsitud, només, desclosa
    volta deserta, cristall pur.
    Del sol reial, camí d’atzur
    cap a la terra en què reposa. ”

    M.Villangómez Llobet
    “Caminos y días”
    —Els  dies (1946-1949)—
    Traducción de Antonio Colinas
    Visor Madrid, 1990

  7. Claudio
    Enviado el 09/11/2013 a las 6:29 PM | Enlace permanente

    http://cultura.elpais.com/cultura/2013/09/15/actualidad/1379248720_560337.html

    Unos magníficos cuadros de El Bosco y de Patinir se pueden ver en estos momentos en el Palacio Real de Madrid.

  8. Claudio
    Enviado el 09/11/2013 a las 6:35 PM | Enlace permanente

    Au chevet du retable d’Issenheim

    http://www.liberation.fr/culture/2013/11/09/au-chevet-du-retable-d-issenheim_945826

    El magnífico retablo de Matthias Grünewald ha viajado. Un recorrido de 200 metros bastante peligroso y carísimo…por su ciudad de Colmar (Alsacia)

    http://fr.wikipedia.org/wiki/Retable_d%27Issenheim

  9. Malaquías
    Enviado el 09/11/2013 a las 7:03 PM | Enlace permanente

    Outsider,

    “un irracional ataque al marxismo”

    Tal como lo he leído yo, en el artículo no se está atacando el marxismo, sino la indigestión teórica que el marxismo provocó en determinados círculos universitarios, que empezaron a aplicar de forma mecánica una plantilla para explicar cualquier obra de arte. El resultado fue terrible. Pero no por culpa del marxismo en sí mismo, sino porque interpretar el arte desde una sola perspectiva resulta siempre simplificador.

    Lo mismo que se dice en el artículo sobre la crítica marxista podría haberse dicho, por ejemplo, del enfoque estructuralista, que también ha producido grandes indigestiones de las que algunos se están todavía recuperando.

    Y si se mete en la misma cabeza el marxismo y el estructuralismo (como le pasó a Althusser), entonces ya…

  10. Enviado el 09/11/2013 a las 9:37 PM | Enlace permanente

    albertiyele,

    “el surrealismo, ese movimiento en el que abundaron tanto los expertos en autopromoción.”

    Yo también me he fijado en esa frase y he pensado lo mismo que vos, si solo fuera en el surrealisno

    :-)

  11. Enviado el 09/11/2013 a las 9:43 PM | Enlace permanente

    También me ha llamado la atención su posición en contra de analizar obras de arte de una determinada época teniendo en cuenta asuntos posteriores a ella. Pero me pegunto si es posible hacerlo de otra manera. Nosotros vivimos hoy y, por mucho que queramos hacer abstracción del psicoanálisis, el surrealismo o cualquier otro asunto del que tenemos noticia, eso ya está incorporado en nuestra visión, condiciona nuestra forma de mirar.

    ¿Qué os parece?

  12. La Serapia
    Enviado el 10/11/2013 a las 1:22 AM | Enlace permanente

    Me meto ahora en la cama y voy leyendo con placer, palabra por palabra, y de repente llego a un punto y me digo: Arrea! pero otra vez? (Hace unos días, con tanto guirigay no dije nada ante dos veces seguidas, pero es que…)
    Bueno, voy a seguir leyendo con gusto, que me distraigo. Y perdone.

    Museo Nacional de Arte Antiguo de Lisboa, y los mercadillos, y las puertas al mar, y… Lo voy apuntando todo mentalmente para cuando vuelva por Lisboa alguna vez, que cuando fui tenía todavía más cabeza de chorlito, muchas gracias.

  13. Enviado el 10/11/2013 a las 1:48 AM | Enlace permanente

    .
    Es curioso cómo para “el hombre de hoy”, el Bosco pueda considerarse un antecesor del surrealismo simplemente porque se han roto los códigos.

    Para un contemporáneo medieval, los cuadros del Bosco, con su representación cuasi de cómic, de refranes y consejas populares, eran perfectamente legibles. Esa ruptura ya alcanza a Cervantes y Quevedo, modernos barrocos, que se pasman ante las criaturas, ya incomprensibles, del pintor.

    Siempre hay una gran petulancia entre la Humanidad que vive.

    :-Zzzz

  14. MdlMar
    Enviado el 10/11/2013 a las 6:09 AM | Enlace permanente

    ” … A mí me gustaba indagar en los significados posibles de esos hormigueros de criaturas, plantas, frutos, objetos, en los que se va perdiendo la mirada, …

    ” [...]  —Me estaba preguntando…
       —¿El qué? —preguntó Mildred alegremente.
       —¿No tendréis una iglesia de pentecostés aquí en Logan?
    Volvieron de nuevo al coche, y después de equivocarse unas cuantas veces, Mildred encontró la iglesia de pentecostés. No era una de las iglesias más bonitas de la ciudad. Era un edificio sencillo, de bloques de cemento, con las puertas y los adornos de las ventanas pintados de naranja. Un letrero indicaba el nombre del pastor y las horas de los oficios. Cerca no había ningún árbol que diera sombra, ni arbustos ni flores, solo un árido patio. Quizá aquello les recordase Saskatchewan.
       —La iglesia de pentecostés —dijo Mildred leyendo el letrero—. ¿Es esa iglesia a la que vosotras vais?
       —Sí.
       —Wilfred y yo no vamos a la iglesia con regularidad. Si fuésemos, supongo que iríamos a la unificada. ¿Queréis bajar y ver si está abierta?
       —Oh, no.
       —Si estuviese cerrada podríamos intentar encontrar al pastor. No lo conozco, pero hay muchas personas de Logan a quienes todavía no conozco. Conozco a los que juegan a los bolos, y a los que juegan a las cartas en la legión. No conozco a mucha gente, aparte de esos. ¿Os gustaría visitarlo?
    Dijeron que no. Mildred estaba pensando en la iglesia de pentecostés, y le parecía que era la iglesia en la que las personas hablaban en lenguas. Pensó que también podía sacar algo de la tarde, de modo que prosiguió y les preguntó si aquello era cierto.
       —Sí, es cierto.
       —Pero ¿qué son lenguas?
    Una pausa. Una dijo con dificultades:
       —Es la voz de Dios. [...] ”

    Alice Munro
    “Las lunas de Júpiter” (1982)
    ‘Visitas’
    Traducción de Esperanza Pérez Moreno
    Debolsillo, 2010

    ” [...] —Así que dicen que eres muy buen estudiante.
       —Buenísimo —dice la sobrina—. Quiere ser astronauta.
    El médico me mira con ironía y curiosidad y yo noto que enrojezco: primero el calor en las mejillas, luego en la frente, en el cuello, el picor en el cuero cabelludo.
       —¿Eso es verdad?
       —Si se pudiera…
    Hablo con la cabeza baja, sin mirarlo a los ojos.
       —¿Tu padre es agricultor?
       —Sí señor. Hortelano.
       —Neil Armstrong se crió en una granja, en un pueblo mucho más pequeño que Mágina…
       —Watanaka, en un estado que se llama Ohio.
       —¿No le he dicho yo que era listísimo? —interviene la sobrina, que ya parecía que se iba.
       —El padre de un gran amigo mío también era hortelano. Pero a él le pasaba como a ti: quería ser otra cosa.
       —¿Vivía por aquí cerca? —me atrevo a preguntar. [...] ”

    AMM
    “El viento de la Luna” (Seix Barral, 2006)

    ” [...] Los morados y grises que veía desde su ventana en los primeros días lluviosos de octubre los reconocía un poco después en los cuadros de caza de Velázquez. La felicidad de salir de su pensión y pasarse una mañana en el museo no era muy distinta a la de tomar luego un bocadillo de calamares fritos y una caña de cerveza en un kiosco del paseo del Prado, viendo pasar a la gente charlatana y activa de Madrid, intentando descifrar los giros del habla, revisando en un pequeño cuaderno las palabras y las expresiones nuevas que aprendía. (…) Un poco antes de ingresar en la universidad había descubierto un libro de viajes por España de John Dos Passos, Rosinante to the Road Again, y ahora lo llevaba de nuevo consigo y alguna vez lo había releído en los mismos lugares que se describían en sus páginas. Gracias a Dos Passos había conocido a Cervantes y al Greco, pero la arrebataron mucho más Velázquez y Goya en el Museo del Prado. ¿No había visto aún los frescos de Goya en la cúpula de San Antonio de la Florida, sus cuadros mucho menos célebres pero igual de poderosos en la Academia de San Fernando, las series de grabados? (…)

       —O saben cuánto lo lamento, pero voy a tener que irme. Una cita inesperada en el Ministerio de Comunicaciones. La duda es si el ministro seguirá siéndolo cuando yo llegue a ella… En serio, my dear Ignacio, lamento que hayamos tenido que hablar de política. Siempre es una pérdida de tiempo, sobre todo cuando hay cosas mucho más serias sobre las que se debe hablar. Judith, ¿cómo se dice en español to cut a long story short?
       —Ir al grano. [...] ”

    AMM
    “La noche de los tiempos” (Seix Barral, 2009)

    … pero también fijarme en la destreza meticulosa con la que estaba ejecutada la pintura … ”

    ”      187

    Through the Straight Pass of Suffering
    The Martyrs even trod -
    Their feet upon Temptation -
    Their faces – upon God -

    A Stately – Shriven Company -
    Convulsion playing round -
    Harmless as Streaks of Meteor -
    Upon a Planet’s Bond -

    Their faith the Everlasting Troth -
    Their Expectation – fair -
    The Needle to the North Degree 
    Wades so – through Polar Air -

    In the middle of this poem we see a scene of celestial danger: a Planet hangs in the sky, within the bonds of its orbit, when suddenly there streaks by it the unloosed energy of a Meteor. This convulsion of matter does not hurt the Planet, however; unharmed, the Planet continues on its way. Dickinson was always aware of ‘Convulsion playing round -’, whether the convulsion was one of illness or death, grief or loss, rage or madness, doubt or fear. Electricity animates the atmosphere whenever she is in a state of high excitement, and the lulls in that electrical storm, occasioned by natural beauty or warmth of feeling, were moments she prized. Still, the vibrations of her nerves made her constantly alert to their oscillating state between anxiety and pleasure —or to their deadness, when pain numbed them. Convulsion seemed to her to inhabit the air she lived in, and she emerged from its worst onslaughts badly shaken. She envies those Martyrs whose faith preserved them from spiritual harm when they encountered violent Meteors —the headsman’s axe, the burning grill— but that envy is mixed, here, with an unwillingness to share the martyrs’ ‘Polar Air’. She chooses Martyrs as her topic (…). Others watch them, and are edified, as they suffer in extremis. Their faith is open to inspection even unto death.
    Like the angels, ‘with even feet’ who go in plumed procession for the unsung dead of the inner life in ‘To fight aloud, is very brave – ‘, the martyrs walk with ‘even’ tread. Nothing disturbs them, nothing affrrights them. They have conquered Temptation, now vanquished under their feet; but if there was a struggle in that victory, no trace if that conflict now remains. Their conquest of evil seems frictionless, their faith unmixed with fear. George Meredith, contemplating, like Dickinson, the impassive serenity of celestial power, bitterly criticized a painting by Raphael that he saw in the Louvre. In it, Saint Michael is spearing the dragon Lucifer:

    In Paris, at the Louvre, there I have seen
    The sumptuously-feathered angel pierce
    Prone Lucifer, descending. Looked he fierce,
    Showing the fight a fair one? Too serene!
    ……

    Ah Lucifer when men the fiend do fight,
    They conquer not upon such easy terms.
    Half serpent in the struggle grow these worms,
    And does he grow half human, all is right.

    Raphael’s canvas teems with ‘convulsions’ around the serene Saint Michael: in the background, we see a burning city; behind Saint Michael, there are monsters and scenes of hellish torment. These sufferings have no effect on the meditatively calm and youthful Saint Michael, as the dragon screams under his spear.
    Dickinson’s Martyrs travel with fortitude toward a nonastronomical Heaven. Unlike the natural sky, Heaven has no threatening meteors. (…) They are stately; they seem not to know the meaning of agitation. Their Thermopylae is ‘the Straight Pass of Suffering’, but instead of remaining trapped in agony, they emerge from that pass facing God. Their confident faith that expectation will be rewarded and their adherence to the ‘Everlasting Troth’ of God’s care baffle Dickinson, and cause her to search around for a comparison that will make their actions more intelligible to her. The compass that serves as her metaphor is almost destroyed, conceptually, by her description of it. A compass needle does not ‘wade’ through any medium; it always points efortlessly to the North. But to progress to the pure, and even inhuman, Polar Air of the divine requires effort (Dickinson is thinking of the almost insuperable difficulties of Artic exploration); the Martyrs ‘wade’ through suffering as if through a deep current. God awaits them at the Pole; the Martyrs have a single aim, His presence. They always know the direction in which to go, no matter what suffering they must endure in making their way to Him. Their internal compass is always set to the Polar chill of sacrificial death, and their eyes are on their goal. [...] ”

    Helen Vendler
    “Dickinson. Select Poems and Commentaries” (2010)
    The Belknap Press of Harvard University Press, 2012

    ” … la gran mayoría de esos seres que pueblan sus pinturas pertenecen a repertorios simbólicos que eran de conocimiento común en su tiempo … ”

    ”      II. Jinete en la tormenta

    [...] doy una vuelta por el parque, donde ya no queda nadie del instituto, en el reloj lejano de la plaza del General Orduña dan las seis y empiezan a sonar campanas en todas las iglesias de Mágina, apresuro el paso, resignado a no verla, take a walk on the wild side, pienso, las manos en los bolsillos y la mirada vigilante que se detiene a examinarme cuando paso junto a algún escaparate [...] ”

    AMM
    “El jinete polaco” (1991)
    Planeta, 2001

    Hay garbeos y reencuentros en verso completamente nutritivos.
    Todo gracias a una lluviosa tarde caribeña en Miami.
    …Y a Las magníficas tentaciones de Saint Antonio, of course :)

       

  15. María Regla Pérez
    Enviado el 10/11/2013 a las 4:45 PM | Enlace permanente

    En el prólogo a su excelente biografía de Marx, Jonathan Sperber dice que un historiador es alguien “dedicado a entender el pasado en sus propios términos, y cuidadoso de no jugarlo según las concepciones del presente”. […]
    En aquellos años la historia del arte era unas veces un catálogo polvoriento de fechas y títulos y descripciones detalladas y superfluas, y otras veces un rumiar monótono de palabrería marxista perfectamente intercambiable, fuera cual fuera la obra, la época o el artista del que se tratara.
    Siempre con mis asociaciones:
    En 1971 se crea para esta disciplina [la psicología] un campus propio en Somosaguas y en 1980 se le reconoce facultad y estatuto universitario propios. Desdeña inicialmente ocupar la cátedra, pero posteriormente se avendría a ello. […] De aquella etapa data una frase suya: “En esta época, en filosofía, solo se puede ser o marxista o tonto, y yo no soy marxista”.
    Heredero de la tradición iniciada en 1879 por el alemán Wilhelm Wundt, padre de la psicología experimental, Pinillos se pertrecha de una erudición filosófica, psicológica, científica, literaria y artística considerada extraordinaria por sus allegados.
    José Luis Pinillos, mentor social de la Psicología académica en España, Rafael Fraguas [El País, 4 de noviembre de 2013]

  16. Hermi
    Enviado el 10/11/2013 a las 7:53 PM | Enlace permanente

    Hace un par de años visité de nuevo El Escorial y contemplé allí un rato este cuadro del Bosco. Tienen los rostros una expresión de cómic antiguo, de alguien que se burla del que contempla la pintura. El cuadro se llama Crsito coronado de espinas y parece que Cristo contempla al visitante como queriendo decirle: mira qué tropa; la que se está liando por una tontería… En los rostros se puede apreciar la indolencia, la picardía, el cinismo, la impiedad, lo mezquino; un retablo de lo más humano vaya.

    http://www.rtve.es/noticias/components/noticia/popup/0/9/9/6/foto746990_2020504.shtml

  17. Enviado el 10/11/2013 a las 9:16 PM | Enlace permanente

    Outsider,

    ¿No será usted el obsesionado, anónimo amigo que sólo aparece puntualmente para el mismo asunto?

  18. MdlMar
    Enviado el 11/11/2013 a las 5:17 AM | Enlace permanente

    ” … a intentar comprender el proceso por el cual había llegado a existir … 

    ” [...] Y todo lo que había estado dormido en él despertó, comenzó a vivir según su ley. No tuvo necesidad de olvidarse ni de desdecirse de sus obras ya escritas, eran sus hijas, que correteaban por allí, y ahora le alegraban; todo ahora le servía, hasta Aldonza, la real, y todas las mozas, sus hermanas (…). Y una extraña piedad se le derramó sobre todas ellas y sobre sí mismo.
    Comenzó a percibir un movimiento que le había estado escondido, pues lo había tenido envuelto; y ahora, fijo, lo seguía y lo podía medir; se hizo de repente matemático, de esa matemática total que es la música, la música de los hechos que se transforman en sucesos vivientes, la música de los números que mueven el pensamiento, como venidos de las estrellas. Las leyes de los cielos regían ya para él, conducían su historia, que comenzó enseguida a escribir. La escribió en un abrir y cerrar de ojos, como si ella sola se escribiese. Le estaba pasando el mayor suceso de amor que hombre antes viviera. El corazón, vuelto a su sitio, se le desprendía una y otra vez, cuando entreveía aquella blanca forma, que a veces se precisaba en figura de mujer. Creyó que le iba a caer muerta en sus brazos; iba a abrazarla en un definitivo silencio. Pero ella había nacido ya suspendida, por encima de la vida y de la muerte; creerla muerta fue un espejismo de su corazón de hombre, y aun esto le fue negado; no caería en sus brazos, ni muerta.
    No era suya ni de nadie. Pero él, sí, tendría que pasar un momento junto a ella, para atravesar el extraño cielo donde ella respiraba y que —lo sabía ya— no era tampoco el suyo. No era el cielo último, sino ese inalcanzable cielo que se ve desde la tierra, espejismo sin engaño del paraíso; el cielo inexistente. Él venció la tentación de sepultarlo, de llevar, como otros finos amadores llevan, el cielo sepultado en su alma, fatalmente endurecida.
    El amor y la muerte aparecen siempre juntos, y para algunos que no alcanzan a disociarlos —el amor o la muerte— lo suyo es el decir: ‘el amor o muero’. Y al fin obtiene el amor; el amor inexistente; la inexistencia de lo amado, y del amor mismo —libre de muerte—. Y así le sucedió a Cervantes. A punto ya de morir sin amor, se le apareció al fin la imagen, la verdadera imagen del amor en su inexistencia. (…)
    Cervantes conoció, pues, la inexistencia del amor: la inexistencia del amor en forma de mujer inexistente. No podía ser suya ni de nadie; sólo tenía que aparecer, que mostrarse, que ser llevada a la inexistencia del arte, lugar donde se es revelado sin ser poseído, en un remedio humano de la comunión. El hombre puede revelar tan sólo la verdad pura, en su inexistencia y en una especie de renuncia a existir también él. Y a esto último Cervantes estaba acostumbrado. ¿Había existido él acaso? Había vivido y no del todo, o quizás sí, quizás él había vivido en la forma más pura, desviviéndose, para no entrar del todo en la muerte antes de haber nacido: ‘Que yo, Sancho, nací para vivir muriendo’. Y la muerte, en este caso, espera.
    Espera la muerte y, se retira ante los que de verdad quieren nacer del todo, dispuestos a cuanto haga falta. Y les da a padecer la inexistencia: la doble inexistencia de lo amado y del que ama ‘La verdad o la vida’, dice ella. Y a los que eligen la verdad no les deja vivir, pero les deja el tiempo.
    Cervantes había vivido bastante ya o, más bien, no había podido vivir enteramente en momento alguno, pues que ese instante se le había negado: verdad y vida, vida verdadera. Le dieron tiempo, un tiempo único; un instante, el del suceso que hubiera podido llamarse ‘el desprendimiento’; le duró tanto como fue necesario para que lo dejara para siempre; para que ese instante tan doloroso y activo como fuego, como espada, no quedara escondido; para que se abriera y de él se derramaran los mil granos de su historia.
    Una extraña, doble y única historia: la de los hechos transformados en sucesos y la historia no escrita de la inexistencia de la verdad. O sea, tanto como decir: la verdadera historia de la verdad. Su corazón ayunó sin esfuerzo. Escribía al alba, con la luz que precede al sol, con su silencio. No se desdijo nunca. No tuvo que corregir nada. Sólo una frase en la que mencionaba un lugar de la Mancha —un resumen de España o del mundo entero— de cuyo nombre no quiso acordarse. Un punto oscuro, un rencoroso olvido que acusaba, bajo su propio peso, que aún seguía habitando la tierra.
    Al amparo de aquel olvido, yo no he querido olvidarme de un lejano y hermoso lugar: Morelia. Para no desdecirme de mi desvivir. Para acordarme, con la palabra en blanco de Cervantes, de los presentes y de los ausentes, de los que conocieron el fracaso e insistieron en el error.
    Y ojalá que a esta misma hora, que bien pudiera ser la del alba, alguien pueda seguir hablando —aquí y allí o en otra parte cualquiera— acerca del nacimiento de la idea de libertad.
    Mientras tanto, y una vez pronunciada la de la oferta —gracias—, voy a intentar seguir buscando la palabra perdida, la palabra única, secreto del amor divino-humano. La palabra tal vez señalada por aquellas otras palabras privilegiadas, escasamente audibles, casi como murmullo de paloma:

            Diréis que me he perdido.
            Que, andando enamorada,
            Me hice perdidiza y fui ganada.  ”

    María Zambrano
    Discurso en la entrega del
    Premio Cervantes 1988
    Ámbitos Literarios | Premios Cervantes
    Anthropos — Editorial del Hombre, 1989

    ” [...] Es, pues, de saber, que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso (…), se daba a leer libros de caballerías con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza, y aun la administración de su hacienda (…).
    Con estas razones perdía el pobre caballero el juicio, y desvelábase por entenderlas y desentrañarles el sentido, que no se lo sacara ni las entendiera el mesmo Aristóteles, si resucitara para sólo ello. No estaba muy bien con las heridas que don Belianís daba y recebía porque se imaginaba que, por grandes maestros que le hubiesen curado, no dejaría de tener el rostro y todo el cuerpo lleno de cicatrices y señales. Pero, con todo, alababa en su autor aquel acabar su libro con la promesa de aquella inacabable aventura, y muchas veces le vino el deseo de tomar la pluma, y dalle fin al pie de la letra, como allí se promete; y sin duda alguna lo hiciera, y aun saliera con ello, si otros mayores y continuos pensamientos no se lo estorbaran. [...] ”
    (Capítulo I. ‘Que trata de la condición y ejercicio del famoso valiente hidalgo don Quijote de la Mancha’)

    ” [...] Por lo visto no había que esperar a nadie en aquella última parada, porque las puertas se cerraron de golpe y el tren empezó a retroceder.
    Entonces se hizo el silencio, el aire parecía de hielo. Abedules de aspecto quebradizo con marcas negras en la corteza blanca, y unos arbustos silvestres de hoja perenne encogidos como osos adormilados. El borde del lago no era liso, el hielo formaba pequeñas crestas irregulares, como si las olas se hubieran congelado en el instante de romper en la orilla. Y a lo lejos el edificio, con premeditadas hileras de ventanas y porches acristalados a ambos extremos. Todo austero y nórdico, un paisaje en blanco y negro bajo la alta cúpula de nubes.
    De cerca, la corteza del abedul no era negra, después de todo. Ocre ceniciento, azul ceniciento, gris ceniza.
    La quietud y la inmensidad de un hechizo.
     —¿Adónde vas? —me dijo la mujer de la carne—. Las horas de visita acaban a las tres. [...] ”

    Alice Munro
    “Mi vida querida” (2012)
    ‘Amundsen’
    Traducción de Eugenia Vázquez Nacarino
    Lumen, 2013

    … a descubrir su materialidad irreductible … ”

    ”     II. Jinete en la tormenta

    [...] Se ponía con sigilo el pijama, se cepillaba el pelo, se lavaba los dientes. Acodado en la puerta del cuarto de baño, su padre tenía la misma leve sonrisa que le había brillado en los ojos durante la fiesta: una sonrisa que apenas le curvaba los labios, que tal vez sólo existía para que ella la viera. Le daba un beso, le decía en español buenas noches, se acostaba sin apagar la luz y esperaba con los ojos cerrados a que él entrara, se lo pedía en silencio. Él llamaba quedamente a su puerta y cuando se acercaba a la cama traía un libro español en las manos. Escuchaba su voz mientras iba durmiéndose y le parecía que estaba haciéndose cada vez más débil y que al mismo tiempo decrecía la luz hasta que un silencio rumoroso de voces y una oscuridad sin terror la envolvían. Ya estaba dormida, pero notaba en la cara el embozo que él le había subido y luego el beso que le daba en la frente y la mano en su pelo y por fin los pasos que iban alejándose y el ruido callado de la puerta. Soñaba con los dibujos de los cuentos que él le había leído: y algunas veces con el hombre a caballo y el bosque y el castillo en tinieblas de aquel grabado que él tenía en la pared de su estudio. …

    ”   284

    The Zeros taught
       Us – Phosphorus -
    We learned to like the Fire
    By handling Glaciers – when a
       Boy -
    And Tinder – guessed – by power

    *Of Opposite – to equal Ought -
    Eclipses – Suns – imply -
    Paralysis – our Primer dumb
    Unto Vitality – *

          [Version B, 1863]

    *Of Opposite – to balance Odd -
    If White – a Red – must be!

          [Version A, 1862]

    Here is a translation into ordinary English: ‘Cold taught us heat; we learned to like Fire by handing glacial ice in our youth; and surrounded by chill, we guessed the existence of Tinder (kindling for starting a fire) by the power of Opposite to equal … anithing at all.’ In other words, we learned desire from deprivation; we learned to like desire fron our manipulation or destitution; we guessed the existence of something combustible because we knew that everithing had its opposite, so our chill inability (so far) to ignite told us there was Tinder. Eclipses imply (an anterior presence of hot) Suns; Paralysis —in its cold dumbness (or numbness) is our first lesson in Vitality (of speech or feeling).
    The poem concerns the passionate desire for heat (vitality, sun’s warmth) felt by one who has been cold all her life. The more life forced her to handle ice, the more she learned to prize fever. Finally she perceived from these ever more pressing unsatisfied desires and underlying truth: anything can be conjectured from its opposite. She has intuited, from living in her darkness, that there is a sun; she has been instructed in vitality by experiencing paralysis.
    In her first version (A, above), Dickinson wishing to illustrate the power of an opposite to balance something else, thought of mathematics. Even balances Odd. We guessed the existence of Tinder ‘ by power / Of Opposite – to balance Odd – ‘. But Odd and Even are not opposites of the same sort as the emotional opposites of heat and cold, so the poet adds another analogy, this time one of color. White is the color of ice, red the color of heat: ‘ If [there is a] White – a Red – [there] must be! ‘ From her ‘snow’, she guesses the existence of flame.

          And Tinder – guessed- by power
          Of Opposite – to balance Odd -
          If White – a Red – must be!

    We need to ask why, from version A, the poet cancels Even and Odd in favor of the power of Opposite to equal ‘Ought’ (Dickinson’s customary spelling of ‘Aught’, meaning ‘Anithing’), and why the images of white and red are canceled in favor of eclipse and paralysis. Needless to say, eclipse and paralysis are far more dramatic and provocative of thought that white and red; and the philosophical axiom introduced by the superlative ‘Aught’ — ‘Everithing has an opposite by which it may be defined’ — is more analytically interesting than balancing even numbers against odd ones.
    It was typical of Dickinson to go back into a poem when she was dissatisfied with the degree to which its contours matched those of the experience she wished to convey. ‘White’ is a weak way of saying ‘ice’, ‘snow’ or ‘destitution’. ‘Red’ in its vagueness could imply blood (against the whiteness of the body) rather than heat. What did it really feel like (she asks herself at the point of revision) to be chilled, destitute, death-cold, speechless? It felt like a permanent eclipse, through which she could imagine, with sick yearning, a radiant sun; it felt like paralysis, a stroke depriving her of speech, making the body dumb. Wanting her formulations of emotional states to be precise, recognizable, and striking, she inscribes these revisions.
    In “The Zeros” Dickinsos utters a gnomic first line, intending not a lasting riddle (since the next two lines immediately explain the first), but rather a strikingly deviant use of language. “The Zeros” can be thought of as a climate, like ‘the tropics’: such an Artic zone, with its repeated inflictions of ‘zero at the bone’ (see 1096, “A narrow Fellow”), creates a desire not merely for heat, but for self-ignition, a flare of glowing inner explosion. And in what element could that be found? Phosphorus. Dickinson’s 1844 Webster says of phosphorus: ‘It burns in common air with great rapidity, and in oxygen gas, with the greatest vehemence.’ In “Who is it seeks Pillow Nights” (1640, J 1598), ‘Phosphorous’ [sic] signifies the fire and brimstone of hell, ascribing sinfulness —in a Christian view— to the passionate desire represented by ‘Phosphorus’ in ‘The Zeros’.
    (…) The different kind of learning described in ‘The Zeros’ is not learning by analogy; it is learning by opposites. (…)
    The striking first line of ‘The Zeros’ is formulated on the basis of a more conventional remark such as ‘The tropics taught us (by contrast) the pleasure of winter.’ Arresting first lines are of course sought by all poets; as we recall characteristic ones, we see they may derive their power from various means: direct address (‘Bussy old fool’; Done) or vigorous action (‘I struck the board’; Herbert) or a memorable sight (‘Behold her, single in the field’; Wordsworth) or a flight of fancy (‘The Owl and the Pussycat went to sea’; Lear). Dickinson’s first line, by comparison with these, is sublimely dry: zeros, phosphorus —a riddling chemical didactic epigram. The ‘punch’ of epigram is dear to Dickinson as an opening gesture, especially when it can arrive in phosphorescent metaphor. ”

    Helen Vender
    “Dickinson. Selected Poems and Commentaries” (2010)
    The Belknap Press of Harvard University Press, 2012

    (…) pero no dormía, desde que era niña no podía dormirse hasta que él no llegaba a casa, permanecía despierta, con la luz apagada, y miraba las agujas fosforescentes del despertador cuando oía abrirse la verja y luego la puerta de entrada y luego la puerta de entrada, vigilando sus pasos [...] ”

    AMM
    “El jinete polaco” (1991)
    Planeta, 2001

    ” [...] Esperas boca arriba, inmóvil, con los ojos abiertos, igual que has esperado en la oscuridad de un dormitorio en el que has despertado antes de que te llamara nadie, volviendo la cara hacia la mesa de noche y la esfera del reloj donde los números no marcaban todavía las cuatro de la madrugada. Las hogueras de los que han venido de muy lejos y han esperado despiertos el amanecer, los faros de los coches que no pueden seguir aproximándose por las autopistas congestionadas: verán de lejos, en el horizonte plano y caliginoso (…) la inmensa deflagración y la cola de fuego ascendiendo muy lentamente entre las nubes negras de combustible quemado. [...] ”

    AMM
    “El viento de la Luna” (Seix Barral, 2006)

    Con lecturas así, la maravilla y el misterio de un domingo de noviembre con retrogusto a El Bosco, no se apaga.
    … Entre otras cosas, porque hoy no ha llovido :)

  19. Claudio
    Enviado el 11/11/2013 a las 8:18 PM | Enlace permanente

    Una curiosidad: Un programa para la televisión del director francés Jean Eustache (La maman et la putain) que se suicidó en 1981.
    Le Jardin des délices de Jérôme Bosch (1980) 34 minutos

    https://www.youtube.com/watch?v=bXu-8tXKWjU